Fernando, cambia las reglas.

Te lo recomendé en el programa de F1 de radio que hacemos cada semana desde Madrid. Quizá ese día no lo escuchaste.

Dije: «Que bajen Fernando y Luis a Jerez en sus coches de calle. Se suban a la tribuna. Vean rodar el McLaren-Honda y luego digan: Ok, firmamos. O, como dijo Carlos Moya en el Grand Slam de Australia del 97: Hasta luego Lucas.»

Nos echamos unas risas cuando lo dije aquella noche. Ciertamente lo dije más en serio de lo que quedó en ese momento, pero que más da. La pregunta es: ¿por qué no puede cambiar las reglas del juego el mejor piloto de la historia reciente de la Fórmula 1?

Hombre, que esa sobrada se la marque cualquier otro piloto de la parrilla, no. Pero después de que te hayan chuleado en Italia, desarrollando un coche que ahora Vettel va a aprovechar. Llegar a McLaren y que vuelva a pasar lo mismo. Yo cambiaba las reglas del juego. ¿Qué tienes que perder Fernando? ¿Pasta? ¿Imagen? ¿Prestigio?

Y ahora escucho y leo a «profesionales» que hablan de la evolución, pasos por curva, túneles de viento y otras tonterías que justifican el fracaso pero que te acercan poco a los otros cuatro títulos mundiales que te mereces.

Hoy tu amigo Antonio ha vuelto a ganar en Sebring. A la mayoría nos da igual que lo haya hecho con un Chevrolet o con un Aston Martín o con un Seat600. Nos apetece que gane y nos mola que lo haga porque es donde se merece estar.

Vete donde te pongan a ganar. ¿Acaso te habrían dado a ti la oportunidad de mejorar en 3 temporadas? Te hubieran puesto en la calle el tercer Gran Premio del 2001.

Que la fantasía del trabajo no eclipse tu calidad individual. Cristiano Ronaldo se hubiera ido del Real Madrid el primer año si su equipo fuera una panda de cojos. No quisiera que pasaras a la historia como el piloto que más ayudó a resurgir a los peores equipos de la parrilla.

En tres llamadas de teléfono estoy seguro que podrías cambiar las reglas. Te animo a que lo hagas.

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